Cuando tienes autoaceptación, tu vida tiene plenitud y ausencia de quejas y protestas. Cuando nos quejamos ante los demás de lo que no nos gusta, nos generamos una mayor insatisfacción, puesto que lo único que ellos pueden hacer es negar que sea cierto, y tu al final no les crees. Veamos el caso de Ana.
Ana siente que su vestido le queda feo. Le comenta a su amiga “ese vestido no me queda bien, ¿verdad?”. La amiga le responde: – claro que sí. Pero Ana piensa para sus adentros que su amiga le miente para que no se sienta mal, por lo cual Ana se siente aún peor. Una alternativa para Ana, es que si no le gusta ese vestido, se ponga otro con el que se sienta feliz.
La queja (solo por querer quejarse) no es una alternativa en 2 casos; cuando le dices a alguien que estás cansado o cuando le dices que no te sientes bien. Si estás cansado, puedes hacer muchas cosas para remediarlo, pero quejarte con otra persona no es una de ellas, pues no solucionará nada. Te quejarás y seguirás cansado. Lo mismo aplica cuando no te sientes bien.
Las quejas, así como las lamentaciones, nos impiden tomar acción y resolver la causa de la insatisfacción. Provoca que nos tomemos pena. Calcula el tiempo que inviertes en quejarte y cuanto te tomaría buscar una solución y ejecutarla. Te sorprenderías.