Mi matrimonio es resultado de una larga relación de noviazgo, mi esposo y yo duramos 9 años de relación antes de decidir dar el paso hacia el altar.
Es mucho lo que se vive en una relación de 9 años, solo considerando los múltiples cambios de patrones mentales, situaciones de los individuos, nos da bastante tela por donde cortar.
Particularmente, pienso que es casi imposible navegar por las aguas turbias del tiempo con un acompañante, si tu capitán no es Dios.
Necesitamos la guía de alguien superior a la relación, necesitamos tener a quien mirar para evitar fijarnos solo en nuestras propias virtudes y decadencias, o para evitar aferrarnos demasiado a la otra persona.