Iniciaré siendo muy honesta. Es muy difícil para mí escribir esta Carta. Hubiese querido encontrar soluciones para plasmarlas aquí, pero yo he sido una de las que tienen el ánimo afectado por la cuarentena. Así que he decidido escribir esta carta para ti y para mí como un ejercicio de empatía, pues sé que cada quien con SU situación está atravesando SUS RETOS durante esta cuarentena.
Mis Retos, Tus Retos
En tanto que me provoca miedo tener que salir a resolver cosas porque no hay nadie más que lo haga… hay otros cuyo familiar sale a trabajar y no se sabe si podrá contagiarse en la calle y llevar el virus a casa.
Cuando para mí es difícil trabajar desde casa pues la comodidad no es la misma y la desconexión con la vida personal no se siente, ya que permanezco en el mismo espacio físico… hay quienes desean trabajar porque saben que recibirán una paga para comer o porque el trabajo en la calle o en la oficina era una escapatoria para una vida de hogar tormentosa.
A veces me siento encerrada y eso me provoca ansiedad…sin embargo hay otros que están hospitalizados sin siquiera poder moverse.
Algunas veces me preocupo porque estoy sola en casa … cuando otros deben hacer frente a trabajar, atender los niños y al marido al mismo tiempo, porque todos demandan su atención, tal vez por el estrés que provoca la situación.
Yo me preocupo por la probabilidad de contagiarme al salir al super o hasta al parqueo a sacar la basura, pero hay otros que tienen que cuidar a un familiar contagiado, por lo cual están más expuestos y a conciencia de que hay una posibilidad más alta.
Mientras me Preocupo...
Mientras yo me preocupo… realmente me doy cuenta de que estoy bien. Sin embargo, esto no significa que MIS RETOS sean menores que los de los demás. Son los míos, lo que me tocaron, y quiera Dios que sean los que yo pueda soportar. Para mí puede ser lo más grande, y quizás si me hubiesen tocado los tuyos, yo no estaría tan angustiada. Solo Dios sabe.
Finalmente… más grande que el dolor de estar solo, es el dolor de estar separado. Dice un refrán que «nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde». Hemos perdido algunas cosas, ciertas libertades.
PERO YO SÉ que todo esto pasará, y espero que cuando tengamos nuestra nueva normalidad, nosotros no seamos los mismos. Que mostremos más afecto, nos abracemos más, disfrutemos más, valoremos más.
Y en lo que ese momento llega, permanezcamos en nuestros hogares siempre que sea posible, acatemos las medidas de protección indicadas por las autoridades y especialmente, cuidemos nuestra salud mental. Algunos consejos de bienestar se encuentran en un artículo titulado la receta de la felicidad.